Este espacio, situado a 3km del centro urbano, es un recurso turístico que cuenta con un gran valor arquitectónico y natural. Escondido en el interior de un bosque; en el Castro de San Tomé convergen los restos de dos antiguas civilizaciones.
Mientras, por un lado, en la parte más elevada, yacen los restos de un antiguo Castro Celta de la edad de hierro, en la llanura podemos apreciar vestigios de una villa galaico-romana. Ambos datan del siglo I d.C.
El trabajo de conservación realizado en este enclave nos permite apreciar lo que, antaño, fue un barrio celta (del que se conserva su calle central) o una calle adoquinada de 30m de longitud. En el interior de las edificaciones podemos apreciar los restos de un Atrium romano (patio interior) y un antiguo sistema de calefacción.
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