El geodestino Ribeira Sacra abarca los ayuntamientos de A Peroxa, A Pobra de Trives, A Teixeira, Castro Caldelas, Chandrexa de Queixa, Esgos, Manzaneda, Montederramo, Nogueira de Ramuín, O Pereiro de Aguiar, Parada de Sil, San Xoán de Río y Xunqueira de Espadanedo.
Haciendo de Ourense y Lugo un único reino, las aguas del Sil y del Miño corren a encontrarse creando un entorno divino, la Ribeira Sacra. Un lugar tocado por el cielo. Parajes imponentes como los cañones del Sil, que son navegables, y paisajes que albergan una de las mayores concentraciones de Europa de iglesias y monasterios medievales. Algunos tan impresionantes como el de Santo Estevo de Ribas de Sil, construido en una ladera y rodeado de frondosos bosques. O el de Montederramo, de dimensiones colosales.. O, excavado en la roca, San Pedro de Rocas, el más antiguo de Galicia.
Y la vid. Porque en estas tierras, fértiles y con un microclima propicio, los monasterios crearon una cultura del vino que hoy está más viva que nunca bajo la D.O. Ribeira Sacra. Hablamos de viñedos en laderas tan inclinadas que su cultivo requiere un esfuerzo heroico. Así nace el legendario Amandi, un tinto que durante siglos se elaboraba en exclusiva para el Papa.
Patrimonio
En la Ribeira Sacra el agua constituyó el primero camino. Al lado de los ríos que surcan los valles se establecen fronteras naturales para organizar el espacio. La orografía de la zona invita al recogimiento, a la reflexión y al descubrimiento de uno mismo. Quizás fue por esto que las órdenes monacales encontraron en esta zona su cobijo y al lado de ellas surgió una nueva vida en las riberas del Miño y del Sil.
Desde la Alta Edad Media hasta el tiempo de la Desamortización los conventos jugaron en esta parte de Galicia un papel de especial importancia. También ahora son importantes los cenobios y la cultura que alrededor de ellos se generó porque le imprimieron a esta tierra un aura única en el mundo y porque llegaron hasta nuestros días como testimonio del pasado en la cultura del presente.
La Ribeira Sacra contiene en sus paisajes un magnífico compendio de restos de épocas diversas. Los pobladores de la prehistoria dejaron tras de ellos túmulos y castros que llegaron hasta nosotros como paisajes de la vida de otro tiempo. Ejemplos admirables son las mámoas de As Cabanas en Nogueira de Ramuín. Pero también la presencia romana en estas tierras fue decisiva a la hora de proporcionarles una tradición cultural y una estética determinada.
Pero la Ribeira Sacra debe su nombre al asentamiento en las orillas de las aguas de importantes cenobios que fueron cuna de la cultura y de la espiritualidad de un tiempo y que hoy son los tesoros en piedra de esta tierra. Ejemplos colosales de la arquitectura religiosa son los conventos de Santa Cristina de Ribas de Sil en Parada de Sil, Santa María en Montederramo, San Pedro de Rocas en Esgos, Santa María de Xunqueira de Espadanedo y Santo Estevo de Ribas de Sil en Nogueira de Ramuín.
Espacios naturales
Desde el llamado Balcón de Madrid o desde el mirador situado entre Vilouxe y Caxide podemos vislumbrar el abismo desde la máxima altura del Canón do Sil. Son varias las rutas de catamaranes que permiten navegar por las aguas de los dos cursos fluviales del Miño y del Sil, dando la oportunidad de conocer la Ribeira Sacra desde un punto de vista más espectacular. Sus viñedos colgados de las montañas del lado de la solana y la hondura que consigue el cañón introducen al viajero de lleno en la sensación de aventura y en la consciencia de estar en un lugar privilegiado.
El Canón do Sil es Lugar de Importancia Comunitaria, así como el Bidueiral de Montederramo.
Fiestas y gastronomía
La Ribeira Sacra es también el nombre de la Denominación de Origen de sus afamados vinos, cuya producción iniciaron en su día las comunidades monásticas que se asentaron en las márgenes de los cursos fluviales. En Manzaneda se celebra una fiesta que consiguió la declaración de Fiesta de Interés Turístico de Galicia, el Folión Tradicional do Entroido de Manzaneda y la Festa da Bica en A Pobra de Trives. Muestras de las costumbres tradicionales de una zona que fueron pasando de padres a hijos y que llegan a nuestros días también con el perfil de reclamo turístico.
Además del cultivo de la vid y del aceite, otros trabajos tradicionales se conservan aún en la zona y son muy apreciados por los visitantes, tal es el caso de la alfarería de Niñodaguia, que se hacen con arcillas obtenidas en estas tierras en hornos artesanales que son ya hoy pequeñas reliquias cargadas de identidad.