En 1859 sus aguas fueron declaradas de utilidad pública, conjuntamente con las de Caldeliñas; y en 1867, a instancia de Hermenegildo Guitián, gobernador de Ourense, se construyó el paseo que unía la villa del Támega con la fuente. En 1892 se arregló la fuente, dotándola de una arqueta cerrada con un cristal, que garantizaba la asepsia y preservaba la composición da agua; y se construyeron el pabellón de aguas -de 10 metros de diámetro-, un paseo-galería -de 70 metros-, las primeras instalaciones de la embotelladora, los despachos y los jardines.
El balneario consigue su máximo esplendor en el primer tercio del siglo XX, aunque con el paso de los años esta relevancia evoluciona hacia el sector embotellador, convirtiéndose en la segunda empresa de envasado de aguas de Galicia. Con todo, el pabellón de aguas segue abierto al público, para la toma gratuita de las aguas.
Las aguas de Sousas están especialmente indicadas en la disolución de las piedras y cálculos renales formados por el ácido úrico o el ácido fosfórico. Gozan de un gran valor diurético y son recomendadas para casi todos los problemas de las vías urinarias y algunas del aparato digestivo como dispepsias y gastritis. Los tratamientos se desarrollan por vía oral, bebiendo una cantidad creciente cada día durante períodos que normalmente van entre los 9 y los 15 días. La propiedad, si bien centra toda su actividad económica en el embotellado y distribución de agua de mesa, mantiene abierto el pabellón de bebida de manera gratuita para los agüistas que se acercan allí a tomar las aguas, en la temporada que va desde el 15 de junio a 15 de septiembre.
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