A pesar de que no existen referencias históricas hasta principios del siglo XIX, su historia es complementaria a la Fonte de Sousas, ya que ofertaba el uso balneoterápico que no poseía Sousas, e incluso pertenecían al mismo propietario. En 1854 fueron analizadas por A. Casares y se declararon, al igual que las de Sousas, de utilidad pública en 1859.
El balneario fue construido a finales del siglo XIX, y aunque en la actualidad se encuentra en ruinas -tras ser cerrado al público en 1960-, todavía podemos contemplar la belleza de su construcción. Dicho balneario consta de dos edificaciones: una, al lado de la carretera, en la que están situadas los manantiales, tres piscinas para baño colectivo, los vestuarios y un depósito de almacenamiento del agua para el otro edificio; en ese segundo, estaban ubicados, en cada lateral, los baños, uno para cada sexo, y los complementos de hidroterapia (duchas y salas de inhalación).
Las aguas nacen en terreno arcilloso acompañadas de bastantes burbujas, en una fuente que va a desembocar la una pequeña piscina -en la que existían unos filamentos verdes familia de las hidrofitas-, en la que también brota agua con bastantes burbujas de gas.
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